RAQUEL BIGIO
Observadora, Oyente… Fotógrafa
Por Francesco Scagliola. Periodista (Italia)
Raquel Bigio ha experimentado una gran cantidad de soluciones creativas. Sin embargo, la representación de ambientes urbanos es uno de sus temas favoritos. Para hacerlo no dispara cada vez que le de la gana, sino que establece una conexión profunda con cada imagen que captura.
Fundando su trabajo tanto en la imaginación como en una metódica observación logra superar los límites de la realidad conocida para abrir el paso hacia una dimensión de abstracción metafísica.
La artista recuerda, que una lluvia pertinaz caía mojando Paris, envolviendo la capital francesa en una de sus típicas atmosferas cinematográficas. Aquella tarde, teñida de gris, era su última en la Ville lumiere, por lo que decidió salir igualmente a conocer el parque de La Villette. “Al llegar – relata la fotógrafa– estaba maravillada por la luz y por las formas que se proyectaban frente a mí. Pero para mí desconsuelo no tenía la cámara”. Todo su equipo había quedado, efectivamente, en el hotel. Sin embargo, ahí entre las llamativas arquitecturas del famoso parque parisino, mientras no podía dejar de preguntarse cómo solucionar la emergencia, su marido se le acerca y debajo de la lluvia que seguía cayendo le ofrece amablemente una de estas cámaras desechables con cuerpo de cartón. “Lo miraba como si estuviera proponiéndome un absurdo, pero aunque en verdad no tuviera muchas esperanzas respecto al resultado, finalmente pudo más mi pasión por registrar el momento… Y al revelar el rollo ¡Oh sorpresa! Las fotos estaban increíblemente logradas. Lo que importó fue la mirada, la ubicación con respecto a la luz y el encuadre”.
Pues a la hora de disparar, Raquel Bigio, emprende un camino que se relaciona con el descubrimiento de una nueva realidad. O, mejor dicho, el re-descubrimiento de la antigua. El suyo es un verdadero viaje hacia una dimensión metafísica a través de aquellos lugares anteriormente conocidos y ahora capturados tras el clic del obturador. Una experiencia fronteriza alcanzada, por ejemplo, gracias a la técnica (absolutamente clara en las tres obras aquí representadas); de la “ampliación”: o sea la construcción de un nuevo ambiente que rompe las frágiles barreras entre realidad y abstracción gracias a una duplicación simétrica de la imagen capturada.
Es cierto, sin embargo, que entre las muchas técnicas creativas que ocupa Bigio ama sobre todo hundirse en el caos metropolitano para hallar aquellos particulares escondidos y aquellos fragmentos urbanos que en la mayoría de los casos resultan invisibles a los demás y que, al ser extraídos del contexto general, asumen inesperados significados. Así una cúpula de vidrio y acero, parte de una escalera mecánica en la oscuridad, una ventana reflejando otro edificio o una puerta entreabierta, pasan de ser pequeñas partes desconocidas de una totalidad, a trozos visibles de una realidad que, gracias a la observación meticulosa de la fotógrafa argentina, asumen una nueva declinación semántica. “Aprendí a entrenar mi ojo –cuenta–, para extraer de una obra mayor un fragmento que vale por sí mismo y que lo convierte en imagen abstracta. Inflexiblemente procuro no reproducir lo obvio y me gusta lanzarme como un alquimista de la cámara, en busca de la piedra filosofal. En esta época de proliferación de la practica fotográfica es muy importante diferenciar entre la afición para reproducir y la pasión para recrear”.
Queda así claro cual es el intento artístico que Raquel Bigio persigue desde sus comienzos, cuando encarando su primera cámara, escogió explorar las capacidades expresivas el medio fotográfico: “decidí articular mis conocimientos justamente a través de la cámara –recuerda–, convencida que era posible construir imágenes con arte pictórico, donde tenían lugar la estética, la perspectiva, la conjunción de colores y en las que la estructuración de formas diera lugar a lo conceptual y a la vez a lo testimonial”. Es por esta razón que, recién terminados sus estudios y después de quedarse literalmente encerrada dentro de su taller frente a un lienzo blanco, –“sin ir ni para atrás ni para adelante”–, comenta la artista que salió, finalmente, a recorrer la calle investigándola tras un visor. Recuerda Raquel Bigio, exactamente, como ocurrió en aquella tarde vivida entre las arquitecturas de La Villette bajo la lluvia parisina: “alcanzar esas metas, en la tarea fotográfica, se convirtió en una experiencia maravillosa”.
Raquel Bigio has tried out many creative solutions. However, the representation of urban spaces is one of her favorite subjects. In order to capture it she doesn’t shoot every time the mood strikes her, but rather establishes a deep connection with each image she captures.
By basing her work on both imagination and methodic observation, she is able to go beyond the limits of the known reality in order to open the path towards a dimension of metaphysical abstraction.
The artist recalls that it was raining persistently, soaking Paris and engulfing the French capital in one of its typical cinematographic atmospheres. That evening, stained in gray, was her last in the Ville Lumière, which is why she decided to go to see la Villette park anyway. “Upon arriving –says the photographer– I was amazed by the light and by the shapes that were projected in front of me. However, much to my dismay, I didn’t have my camera.” All of her equipment had actually been left in the hotel. Nonetheless, there among the flashy architecture of the famous Parisian park and while asking herself how to resolve the emergency, her husband approaches her and, under the rain that continued to fall, kindly offers her one of those disposable cameras with the cardboard body. “I looked at him as if he was proposing something absurd to me, yet, in truth, I didn’t have much hope regarding the results, but in the end I succumbed to my passion to record the moment… And upon developing the roll of film, what a surprise! The photos were incredibly successful. What mattered was the viewpoint, the location in regards to the light and the framing.”
At the moment of shooting, Raquel Bigio sets out on a path that is related to the discovery of a new reality. Or, better said, the rediscovery of the old. Hers is a real journey towards a metaphysical dimension through those previously known places and now captured after the click of the shutter. A borderline experience captured, for example, thanks to the “amplification” technique (completely clear in the three works represented here), that is the construction of a new environment that breaks that fine line between reality and abstraction thanks to a symmetrical duplication of the captured image.
However, it is true that among the many creative techniques that she uses, Bigio loves more than anything to immerse herself in the metropolitan chaos in order to find those hidden particulars and those urban fragments that are usually invisible to others and that, once taken out of their general context, take on unexpected meanings. That’s how a glass dome and steel, part of an escalator in the darkness, a window reflecting another building or a half-open door go from being small unknown parts of a whole to visible chunks of a reality that, thanks to the Argentinean photographer’s meticulous observation, take on a new semantic decline. “I learned to train my eye –she says–, in order to extract a fragment from a major work that stands on its own and turn it into an abstract image. I adamantly make sure to not reproduce the obvious and I like to throw myself out there like an alchemist of the camera, in search of the philosopher’s stone. In this age of proliferation of photography it is very important to distinguish between the love for making a copy and the passion to recreate.”
The artistic intention that Raquel Bigio has pursued since her beginnings is here clear. When handling her first camera, she chose to explore the expressive capabilities of the photographic medium: “I decided to express my understanding through the camera,” she recalls. “I was convinced that it was possible to build images with pictorial art, where aesthetics, perspective, and the combination of colors reside. In these images, the structuring of shapes gives place to the conceptual and, at the same time, what is testimonial.” It is for that reason that, right after finishing her studies and after literally locking herself inside her workshop in front of a white canvas –“without going back or forward,”– comments the artist who, in the end, went out to roam the streets while investigating them through a viewfinder. Raquel Bigio recalls exactly how it happened on that vivid evening, among the architecture of La Villette under the Parisian rain: “reaching those goals, in the photographic task, turned into a wonderful experience.”